Abigail Clayton vive sola. Muy sola. De hecho, es la atractiva heredera de una suculenta cifra que vive en un loft en Manhattan. Hija de un rico industrial, Abigail desapareció de las miradas indiscretas de la prensa y la intromisión de su familia desde su 18 cumpleaños. Es decir, desde el preciso momento en el que recibió su herencia. Durante años de aislamiento auto-impuesto, Abigail mantuvo contacto con dos personas: el conserje de su edificio, Landermann, con quien se comunica a través de notas, y el Dr. Raymond Fontaine, un amigo de la familia desde hace décadas y que además es su único confidente. Cuando la muerte de un vecino -muy anciano- el detective de la policía de Nueva York, Frank Giardello, pondrá en marcha la investigación. Abigail tendrá dificultades para poder responder a sus preguntas, puesto que el contacto humano es casi totalmente desconocido para ella.